Infiernos hay muchos, pero no tiene por qué haber en ellos llamas, fuego y azufre, bueno, azufre sí, en Norilsk lo puedes oler e incluso saborear permanentemente.
Norilsk es una ciudad rusa situada en la Siberia profunda, dentro del Círculo Polar Ártico, y en ella 'viven', por llamarlo de alguna manera, 230.000 personas según el censo ruso de 2008. Este par de cientos de miles de personas bien podrían ser considerados héroes, y es que esta ciudad está en los primeros puestos de cualquier ránking que incluya las palabras 'ciudad' y 'contaminación'. A 3.000km de Moscú, en la siguiente imagen podéis ver su localización exacta.
A estas alturas os estaréis preguntando qué hace especial a esta ciudad, y como una imagen vale más que mil palabras, os dejo un par de ellas como muestra.
Algunos quizá distingáis entre esas espesas nubes el ojo de Sauron inspeccionando la tierra de Mordor.
La razón por la que 200.000 personas habitan en un sitio tan remoto es el subsuelo, y es que bajo Norilsk hay grandes yacimientos de Níquel y otros metales pesados que son extraídos por la poderosa MMC Norilsk Nickel, que explota estos metales sin tener en cuenta lo más mínimo el estado del entorno y de las personas. El aire huele y sabe a azufre, debido a esto, la lluvia ácida es frecuente y hace que no crezca absolutamente nada verde en 45km a la redonda. Las chimeneas inundan el skyline de la ciudad y vomitan a la atmósfera hasta 4 millones de toneladas al año de plomo, níquel, selenio y otros metales pesados.
Por si todo esto fuera poco, Norilsk se asienta en los hielos perpetuos del Círculo Polar, deteriorando hasta los cimientos los edificios, consumiendo las tuberías, los vehículos y hasta las personas, que viven 50 días al año en completa oscuridad, soportando temperaturas mínimas de -50ºC, máximas benignas de -10ºC (en otoño-invierno), con las calles cubiertas de nieve alrededor de 250 días al año, vientos helados de 100km/h y nevadas que, a veces, cubren los pisos inferiores de los edificios. Todos estos factores hacen que la esperanza de vida de esta gente esté en torno a los 46 años.
Debido al 'permafrost' (o hielo perpetuo) y los gases tóxicos los edificios están en ruinas, distribuidos en aburridas avenidas siguiendo la estética soviética, entre las que sobrevive el primer edificio de la ciudad, una caseta hecha de troncos, testigo de excepción del crecimiento degenerado de Norilsk.
La ciudad fue fundada en 1920 para comenzar la explotación de níquel gracias a los esclavos traídos de toda la Unión Soviética como parte de los campos de trabajo forzoso o Gulag. De acuerdo a los archivos de la Norilag, casi 17.000 prisioneros murieron durante la existencia del campo, entre los años 1935 y 1956, incrementándose las cifras entre el 42 y el 44, coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial.
Ahora quien manda es la MMC Norilsk Nickel, que ha diseminado fábricas por todo el entorno y hace imposible que los ciudadanos, la mayoría de los cuales trabajan en la empresa, no respiren el aire nauseabundo, sea cual sea la dirección del viento. No obstante, la compañía se ha comprometido a reducir las emisiones en dos tercios antes de 2020, hecho que ellos mismos ven difícil de cumplir debido a la falta de la tecnología adecuada.
Al contrario de lo que se pudiera pensar, los habitantes de Norilsk no están deprimidos. En invierno disfrutan de sobrecogedoras auroras boreales y organizan bailes, a pesar de encontrarse a 4 horas en avión de Moscú o cualquier núcleo poblado. En Norilsk, perder el autobús al trabajo puede suponer perder también la vida. Es por ello que no existen 'homeless', no es difícil pensar que, tras pasar una noche al raso, es probable que no despiertes.
Según Greenpeace, el área contaminada alrededor de la ciudad es equivalente al tamaño de Alemania. Un dicho popular en Norilsk es que, si alguien de la ciudad de pone enfermo en Moscú, lo mejor que puede hacer es acercar la cara a un tubo de escape para ponerse bien de nuevo. Escuchando a Inna Skavtina, nacida en esta remota ciudad, parece un sitio 'cool' para vivir, ¿no creéis?
"Mis recuerdos de Norilsk son estupendos. Patinaba, esquiaba, llegaba a casa a las dos de la madrugada y parecía que eran las cinco de la tarde, no iba al colegio la mitad del tiempo por las malas condiciones meteorológicas... La oscuridad también está muy bien, porque es la época en la que se producen las auroras boreales y la ciudad se ve hermosa, toda iluminada. Esos son mis recuerdos"